martes, 31 de enero de 2012

EL SOL DE MEDIA NOCHE



ESTÁ LEJOS... DENTRO DEL ALMA


Lejos, es un adverbio de lugar, como cerca, o como aquí o allá. Denota espacio. A veces, ese espacio es mínimo, lo que los psicólogos llaman el “espacio íntimo vital”, un espacio que, en circunstancias, digamos normales, no puede ser invadido por el otro, ni por nadie, porque es el “mío propio”. Más que un espacio, es un ámbito patrimonial casi adherido a mi piel. Otras, el espacio se hace casi infinito, sumamente lejano e inalcanzable. A veces, ese espacio es propiamente infinito, ya nunca acabará, ni podrá tener fin. Entonces penetramos en el misterio, en lo que no tiene explicación, ninguna explicación, porque es el gran arcano del mundo y del hombre, de la existencia y de la esencia. El misterio, nunca está, siempre es. Pero, al propio tiempo, precisamente por eso, resulta imperceptible, inescrutable, inalcanzable.Y, a ese espacio existencialmente inaccesible, tan sólo pueden aspirar, esencialmente, algunos seres, los dotados de esa capacidad de penetración y transparencia, ya estén lejos o cerca. Además de espacio, es interioridad. No sólo se trata de lo que está lejos, sino de lo que está dentro. Está dentro del alma de cada ser. Por eso, sólo los poetas pueden acceder, si les dejan, a ese ámbito sagrado, donde cesan los sentidos corporales y la carne y la sangre se transforman en un elixir de amor (al'iksīr, ξηρά). Tan sólo los poetas son capaces, si no de desvelar el misterio, sí de orientarse hacia él; sólo los poetas pueden mirar  -y ver-  aquello que está dentro del alma. Lo dijo magistral y bellísimamente un poeta, Antonio Machado, sin duda porque sabía muy bien de qué hablaba. Lo sabía porque antes lo había sentido:


El alma del poeta
se orienta hacia el misterio.
Sólo el poeta puede
mirar lo que está lejos
dentro del alma, en turbio
y mago sol envuelto.


Estos delicados heptasílabos, sin tacha formal alguna tampoco y de férrea pero exquisita métrica, presagian que es un sol mágico el que envuelve lo que está dentro del alma. Un sol que nunca se eclipsa, ni se nubla o apaga entre las tinieblas. Un sol permanentemente de “media noche”, como el que puede contemplarse en los países escandinavos más septentrionales de Europa, o en Rusia, y lo sería también en el círculo polar antártico de haber algún asentamiento humano permanente suficientemente cercano al Polo Sur. Estas “noches blancas”, son las que inspiraron al noveslista ruso Fedor Dostoievski. Y, aunque  Dostoievski no era ningún poeta, esta corta narración recoge el sentimiento de aquel joven solitario que paseaba por las Calles de San Petesburgo, tratando de penetrar en el destino. Nunca había entablado conversación alguna con ninguna persona del sexo opuesto, hasta que conoce a Nástienka, una adolescente que le cautivará y, en el interior de su alma, podrá contemplar el misterio de aquel sol mágico.  Luis Madrigal.-











En la imagen superior, Laponia (Finlandia)

1 comentario:

Francisca Quintana Vega dijo...

Ayer y hoy he tenido problemas para dejar en esta entrada comentario. Si sale repetido, borre uno,por favor.
Le decía que en esta entrada, profundiza sabia y serenamente en las misteriosas dimensiones del tiempo, espacio...del alma.
Siempre interesante de leer. Un cordial saludo, señor Madrigal.