ESO SERÁ LO QUE USTED PIENSE, DOÑA ADRIANA
Luis MADRIGAL
No tengo certeza acerca de la autoría de los juicios y opiniones que más adelante diré. Lamentablemente, tan sólo puedo aportar el facsimil de una imagen, pero de la imagen de un texto que puede leerse perfectamente dentro de ella, como se podrá observar, aunque aquél sea aparentemente anónimo. Y me temo que nunca pueda llegar a tener más de lo que ahora tengo, pero, aún así, lamentablemente, dado que prometí algunas muestras personales de mi propia prosa, me veo obligado a iniciar esta tanda de prosa poética -a la que expresamente he atribuido carácter de Introducción- en un tono nada poético. Este texto, el que yo escribo ahora, además del que figura arriba, en la imagen, se publicará también, no sólo en este humilde Blog, sino además en el sitio literario “Uniendo Letras”, que conduce un hombre de bien, mi querido compatriota Emilio Medina Muñoz. Y le he prometido -aunque lamento posiblemente no haberlo cumplido- aceptar la única regla del Grupo que él administra, la de dispensar el mayor respeto a todo el mundo, por lo que ahora, en esta ocasión, sí que voy a reparar el posible daño y cumplir mi palabra, produciéndome en términos objetivamente respetuosos. Sospecho que la persona objeto de mi contenida ira es la señora Adriana Menéndez, posiblemente argentina, de Buenos Aires, lo que lamento, dado mi amor a este país hermano, aunque puedan contarse por millares las personas de este mismo nombre y, en consecuencia, ser diferentes, tanto en la Argentina como en España, e incluso ostentar otras posibles nacionalidades. Pero apuesto por la referida hipótesis, a la vista de los signos externos, secuenciales a la obtención de la imagen de referencia, dentro de las prospecciones practicadas por mi parte en la propia Internet, de donde obtuve aquélla. Al parecer, esta señora, miembro muchas veces de Jurados, para la concesión de premios literarios, según ella misma dice, tiene un concepto bastante deleznable, literariamente hablando, de la prosa poética. Esto, lo digo yo. Y para ello, se apoya -eso sí, para denigrarle indecorosamente- nada menos que en Martin Heidegger. Esto último, sí parece seguro, porque, pese a que en su escrito sólamente habla de “Heidegger”, sin más acotaciones, el texto que doña Adriana fustiga, de manera tan inmisericorde como imprudente y temeraria, resulta inconfundiblemente propio del gran maestro alemán, al referirse al “lenguaje del ser”. No he tenido tiempo de comprobarlo, buceando en los textos heideggerianos, pero me suena mucho y tengo la impresión de que si no forma parte de su magna obra “Sein und Zeit” (“Ser y tiempo”), sí que le anda muy próximo. Y, me perdonará la señora, pero a Heidegger, lo conozco muy bien. El gran filósofo existencialista alemán, terminó sus días, tras haber abandonado la Filosofía, escribiendo Poesía. Eso sí, poesía existencial, no prosa poética, aunque podría decirse que también ésta, a juzgar por lo que en seguida voy a decir. El caso es que, según tengo entendido, por haberlo leído en críticos muy importantes, Heidegger, como poeta, “también lo hizo muy bien…” ¿Cómo es posible, pues, que a doña Adriana Menéndez, miembro muchas veces del Jurado, en ese apestoso contubernio de “chanchullos” que es la concesión de casi todos los premios literarios, le parezca lo que le parece la prosa poética? Según he creído colegir, el referente directo es la expresión presuntamente heideggeriana: “Así, el lenguaje es el lenguaje del ser, como las nubes son las nubes del cielo. Con su decir, el pensar traza en el lenguaje surcos apenas visibles”. Se pregunta doña Adriana, a renglón seguido, cómo pueden ser esos surcos. Y, según ella misma también, el propio Heidegger responde a la pregunta: “Son más tenues que los surcos que el campesino, con paso lento, abre en el campo”. Pues, bien, a la señora Menéndez le parece que, a un autor, expresiones como estas le harían perder toda posibilidad en la concesión de un premio literario. ¡Pues, anda -digo yo- que no hay “premios literarios”, incluso de los de relumbrón, incluido el Nobel de Literatura, cuyas obras premiadas son más malas que el hambre! Personalmente, no me inquieta lo más mínimo la cuestión, puesto que en absoluto me afecta. Yo, en cuanto a esto, hace ya tiempo, decidí adoptar el lema de la andaluza y por tanto españolísima Casa Domecq, de no concurrir a ninguna exposición de vinos, nacional ni extranjera. Ya basta con que, según el Libro de Job, la vida tenga que ser “milicia sobre la tierra”, para que encima la convierta yo en “competición”. Yo, jamás competiría con nadie por la concesión de un premio literario y, menos aún de saber que en el Jurado estaba presente la señora Menéndez. Pero, lo que (ni siquiera por mi reciente pero ya buen amigo don Emilio Medina, que, además de una persona encantadora, es un caballero español), le voy a tolerar a usted, doña Adriana, es que escriba lo que literalmente aparece en la imagen y yo reproduzco seguidamente. Porque, esto es lo que dice esta buena señora, y pueden ustedes comprobarlo, literalmente, en la citada imagen que precede, arriba, a este texto: “Los prosistas, los escritores, los que escribimos ficciones y estamos habituados, somos profesionales en eso, a cuidar nuestra escritura, sabemos cual es el mayor derrumbe de una posible buena prosa, su erosión definitiva y hasta su ridículo irrecuperable: la prosa poética. De muchas cosas se vuelve; de la prosa poética, no.” La particular visión de la señora Menéndez, no se conforma con esto, sino que, aparte de llamar ridículos a quienes escriben de este modo, no repara en llegar a lo que, objetivamente, es un insulto, al calificar de kitsch a “este Heidegger”. Cuando doña Adriana se reúne con los demás “donnadies” miembros del Jurado, para trapichear acerca de quién ha de ser el ganador, y se encuentra algún texto así, “lo deja, sin más, aparte y se concentra en otro en busca de mejor suerte”, porque “el leguaje kitsch de este Heidegger obedece a una tosquedad campesina asumida como ideológica política”. ¡Ahora si que queda reforzada mi hipótesis de que, efectivamente, doña Adriana es bonaerense, porteña, porque, en este pasaje, muestra todo lo peor de lo argentino, ese desdén gratuito de quien, pagado de sí mismo, pretende enseñar a freír huevos a su abuela. Sin duda, la señora es de Buenos Aires (con perdón hacia otros porteños sensatos, que los hay sin duda, y yo mismo conozco a alguno); no puede ser esta señora, de ninguna manera, de Córdoba, Santa Fe, o Entre Ríos, ni tampoco de Salta, Jujuy, Formosa o Santiago del Estero; ni siquiera de Río Negro, Neuquén o Chubut. Usted, tiene que ser, necesariamente, de Buenos Aires. Por eso, tengo yo que estar aquí, en Madrid, defendiendo constantemente a los argentinos de las iras de mis compatriotas españoles, y forzado a establecer las consiguientes diferencias entre los diversos tipos humanos concurrentes en los ciudadanos de aquella querida Nación hispánica.
Pero es que, además, calificar a alguien, por escribir lo que se ha dicho, del bellísimo modo en que lo escribe, sea quien fuere, y menos aún a un gigante como Heidegger, de “lenguaje kitsch”, (aparte de que eso sí es hacer el ridículo) es además un verdadero y total insulto, porque la palabra alemana “kitsch”, deriva o se encuentra asociada al infinitivo “kitschen”, que literalmente significa “barrer mugre -es decir, mierda en buen castellano- de la calle”. Y, con esta significación, se utilizó en Alemania, en Munich, para referirse, ni tan siquiera a la Literatura, sino a los bocetos o dibujos baratos, o fácilmente comercializables. Por otra parte, tan sólo son “escritores”, algunos. Otros, no. Es decir, quienes únicamente escriben ficción, esos son los verdaderos escritores, no los demás. ¡Pobre Antonio Machado…! Sus huesos se habrán estremecido en su tumba francesa de Collioure… Y, aunque tan sólo a la prosa poética pueda referirse doña Adriana, ¿Qué haremos con “Platero y yo”, tirarlo a la basura? Ya quisiera usted, doña Adriana, tengo esa impresión, hacer ese “ridículo irrecuperable”, y sobre todo, no “volver” de la prosa poética -¿volver a dónde o hacia dónde?- sino “llegar” alguna vez a ella. Pero de todo se puede volver y a todo se puede llegar. En Literatura, o se es “un todo terreno”, o no se es nada. Como, muy probablemente, nada es usted. Aunque haya sido miembro de muchos jurados. Muy probablemente de esos de los que es miembro cualquiera y que, además, hacen trampas. Con su permiso, dado que nunca ganaré ningún premio, porque jamás me presentaré a ningún concurso, voy a comenzar a ir publicando sucesivamente, algunos textos de prosa poética, a fin de poder hacer el “ridículo irrecuperable”, que es una de las cosas que más me gusta. Pero, seguro que “volveré” de ella. Iré y vendré. Ya lo verá.
2 comentarios:
Aplaudo tu artículo, amigo poeta y gran escritor Luis. Subscribo, prácticamente cada una de tus certeras palabras. Si esa Señora, presume ser miembro de un jurado literario, ya no hace falta decir más. En la mayoría de los casos, tú lo defines de maravilla, son: "contubernio de chanchullos".
Sigue escribiendo y publicando Luis, lo haces de forma excelente y rigurosa, tanto en prosa como en poesía. Yo y muchas más gentes, seguiremos deleitándonos con la lectura de tus escritos.
Saludos. María
También seguiré intentándolo.
No caeremos en el ridículo, porque nos quedamos entre los que sabemos que aceptan nuestras limitaciones.
Los concursos, todos, no son justos.
Al menos, jamás eligen por ejemplo la chica que me parece más hermosa, o la mejor película, o el mejor libro.
Alguna vez tedría que haber acertado, si es que el jurado fuese realmente objetivo.
Besos, Luis
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