CAE LA TARDE
Al caer la tarde, lloro sin
consuelo
y siento -sin sentir-
que mi alma siente;
se acaba lo que un día,
dulcemente,
del cielo vino y hoy es
desconsuelo.
De la tierra que piso,
vuelve al cielo
el sueño que latía, y la
simiente
que lo hizo vivir, el fuego
ardiente
que devoró mi entraña, ya
alza el vuelo.
Ya, sobre el aire, sólo una
pavesa
vuela sin él y sólo mi
memoria
guarda un clamor, al fin,
de herida ilesa.
Vuela el tiempo y da
vueltas la noria,
que gira sin cesar y mi
alma besa.
El fuego, se apagó… Queda
la escoria.
Luis Madrigal
5 comentarios:
PRECIOSO SONETO, AMIGO POETA LUIS. FELICIDADES POR ÉL.
ES UN PLACER LERTE.
MARÍA
Hola, Luis.
Esa escoria también saldrá y volverás a ser libre.
Un soneto importante, potente, pleno.
Te dejo un abrazo
Alicia
Seremos destilados siete veces al crisol. Lo que queda, la escoria, es lo que nos pesa: los hijos de la soberbia.
Cada día es un nuevo amanecer; una vida nueva que nos renueva y nos da otra oportunidad para amar... hasta la última destilación.
soneto que me llega con fuerza, ha sido un placer pasar por tu casa, enhorabuena
Un abrazo
Stella
Al caer la tarde...sienta bien leer un hermoso soneto como este.Es precioso.Un diamante, como usted dice.
Sigo pensando que el bienestar espiritual hay que buscarlo en las cosas pequeñas,que, a veces...son las más grandes. Felicidades por su maestría, señor Madrigal.
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