UNA NUBE ENCIENDE EL ARCO IRIS
Vuela una nuble, a la que el viento impulsa con tesón para que suba arriba.
Más arriba. Sube, baja, vuelve a subir, derrama el fruto de su vientre y
enciende las luces del Arco Iris. Ahora ya no es una nube, sino un suave copo
de algodón. Es blanca, muy blanca, con ribeteados contrastes en los perfiles de
sus azulados y pálidos grises, que la distinguen en el marco del firmamento, y
ni las aves pueden acercarse a ella. Es una nube que ya no lo es. Terminó su
quehacer, cumplió su sino… Y ahora reposa, flotando plácidamente sobre el
zafiro en que se ha convertido el cielo. Abajo, la tierra sonríe. Los árboles,
se han cubierto de energía y frescor y en la pradera, calcinada y reseca, han
brotado unas jóvenes hierbas, más puras, muy verdes.
Luis Madrigal
Madrid, 12 de Marzo de 2012
10,01 horas de su luminosa mañana
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