lunes, 14 de mayo de 2012

PROSA POÉTICA (XIV)




ENTRE EL ASFALTO Y EL CEMENTO


Se han vestido los árboles ya de Primavera, cuando en los altos aún es pleno Invierno. La nieve, es el fiel aliado que guarda sus espaldas y, en el corazón de mis Montañas de León, el urogallo aún no se ha enamorado, no entona todavía su canción de amor. En esta gran urbe, cada vez más infecta y apestosa (¡oh, donde quedó aquel Madrid, desde el que se iba directamente al cielo!) las gentes, por doquier, saludan a unos primerizos y anticipados calores, dando por concluido el Invierno  -al que dicen en mi tierra que “no se lo come el lobo”-  como si, en cualquier momento, no hubieren de sufrir nuevamente en sus carnes el puñal del frío. Por si acaso, y aunque así han permanecido todo el Invierno, las terrazas de los bares, en plena calle, se han fortalecido de parapetos que hasta llegan a hermanarse con el paisaje gris, e incluso estufas callejeras, que aporten en las horas cruciales el calor necesario, para que no pueda huir el aliento. Yo, lo miro todo con cierto desdén, con ojos ya casi vacíos, excepto el delictivo rodar por las aceras de las calles, destinadas a albergar el paso lento y cansado, de bicicletas conducidas por hombres o mujeres de todas las edades, no sólo por mozalbetes insensatos y aturdidos. Supongo que lo hacen para eludir el riesgo de ser ellos atropellados por los automóviles que inundan la calzada. Es un nuevo delito, aún no tipificado, y un nuevo tipo de “insatisfacción”, más bien de rebelión, aunque una y otra cosas sean lo mismo; de llamada violenta a la subversión del orden lógico  -¡para qué hablar ya de ética o deberes morales!-  mientras la Autoridad competente, calla. Mira para otro lado. Yo, sigo mi camino, resignadamente, tratando de eludir un peligro más, el del posible quebranto de mi integridad física. Sin duda, es el menos grave de cuantos me acechan. Mientras camino, pienso que vivo en el mundo y solamente soy un hombre.

Luis Madrigal

Madrid, 13 de Marzo de 2012
A cualquier hora del día y casi de la noche





1 comentario:

María Bote dijo...

Estupenda prosa con la que, además, me identifico, la suscribo. ¿Dónde aquél Madrid?

No vivo ahí, afortunadamente, pienso,pero, visito con frecuencia la ciudad, antes mucho más que ahora y, cuando voy, siento tristeza por muchas cosas que veo, mas no quiero, me resisto a caer en el derrotismo, serán mis ojos que ya se están secando, será la edad...¡es tan bonito Madrid!

Gracias por tu comentario en mi blog, lo valoro sumamente por tu categoría de escritor, amigo luis.

Besos. María