ANOCHE
DESCUBRÍ UNA BLANCA ESTRELLA
Anoche, entre la vigilia y el sueño, en esa hora mágica
que a veces parece mecernos dentro de nosotros mismos, descubrí una estrella
blanca. Era muy joven, pese al transcurso de los años… Las estrellas, no
envejecen a la velocidad en que lo hacemos los humanos. Cuando alcanzan su
culmen de luz, paulatinamente, van transformándose en gigantes rojas y, por
último, en blancas enanas. Después, desaparecen del firmamento, del cosmos,
porque nada es eterno, excepto la Gran Estrella del universo y de la Historia,
que a todas las demás alienta y conduce, prestándoles su substancia tras el
final del tiempo. La que yo tuve la fortuna de descubrir anoche, por pura
casualidad -en el fondo pienso que nada
es casual- o de improviso, mientras medio observaba casi distraídamente el firmamento,
aunque era blanca, muy blanca, aún no temía ni pensaba para nada en su
desaparición. Por el contrario, era todo un armonioso canto de energía y de
vida. Sus intensos destellos de alegría y de ilusión, contagiaron en lo más
profundo mi corazón y, aunque sin duda se hallaba muy lejana, sentí que la
distancia sideral se comprimía, hasta acercarme tanto a ella que su luz me
pareció transfiguraba mi mente y su eterna esperanza ponía alas a mi cuerpo,
desvencijado y sombrío, convirtiéndolo en un haz de luz.
Luis Madrigal
Madrid, 16 de Mayo de 2012
A Doña Irma-Inés Tschopp
2 comentarios:
Bella y lírica prosa poética, amigo Luis. Que la luz de esa hermosa estrella que encontraste, te ilumine siempre.
Saludos y buenas noches. María
Me alegra mucho el tono ilusionado de su bellísimo texto en prosa.
Que el brillo de esa estrella ilumine su horizonte mucho tiempo.
Un cordial saludo.
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