ESTROFAS
EN RIMA ASONANTE. EL VERSO LIBRE, SUELTO O BLANCO. LA POESÍA LIBRE
Luis MADRIGAL
Como es
bien sabido y asimismo también se dijo aquí en su momento, es de hacer notar
que, en general, rima
es la igualdad o semejanza
fonética que en todos o parte de los sonidos finales tienen dos o más
palabras desde la vocal en que se oye el acento. Rima perfecta o consonante
es la que posee una igualdad en todas las letras desde la última vocal acentuada, mientras que rima imperfecta o asonante
es la igualdad de vocales desde la acentuada
inclusive.
En la versificación castellana, las estrofas
típicas de rima asonante, con independencia de
cuantas otras atípicas quepa componer, en mi opinión son exclusivamente tres:
El romance,
el romancillo
y la seguidilla.
El
ROMANCE
El romance, en realidad no es una estrofa, puesto
que consta de una serie indefinida de versos.
No obstante, ellos han de ser octosílabos y
rimar en asonante los pares, quedando libres, o sin rima alguna, los impares. También pueden componerse romances en heptasílabos,
o combinarse éstos con los de ocho sílabas. El romance procede del antiguo
verso épico castellano con asonancia monorrima y, por tanto tiene su origen en
el verso largo, o de Arte mayor, partido en hemistiquios. Al lado del soneto,
ha sido la forma métrica constantemente cultivada en nuestra Poesía en lengua
española, hasta tal punto que puede afirmarse ha sido el vehículo natural de
expresión poética popular y la forma más espontánea para los poetas españoles.
No en vano surgieron los romances históricos, moriscos, amorosos y
caballerescos, hasta alcanzar el Romancero Viejo y tras él, su recreación culta
de los tiempos modernos, mediante la obra de los poetas de esta época. Porque
el romance, ha sido usado por la mayoría de los poetas españoles de todas las
épocas y de todos los estilos, hasta el punto de llegar a la escena para
constituir la base del Teatro español, además de la poesía narrativa y de la
poesía popular. Ello se tradujo o dio lugar a esa joya que el “Romancero español”,
con sus romances anónimos, base también de la novela de caballerías. Un ejemplo
de romance anónimo y novelesco puede ser el tan conocido y citado de Lanzarote:
Nunca fuera caballero
de damas tan bien
servido
como fuera Lanzarote
cuando de Bretaña vino
que dueñas curaban dél
doncellas del su
rocino.
Esa dueña quintañona
esa le escanciaba el
vino.
Pero, además de este tipo de romance, surge el
romance culto del siglo de oro, que tiene una forma más elaborada, pese a que,
en ocasiones, ni las imágenes ni el lenguaje sean tan esbeltos y graciosos. Por
ejemplo, cuando Lope de Vega embarca en la
Invencible, “su amada” - de no haber
dicho quién podría ser ella, habría que haber hecho cálculos para saber de quién
podría tratarse, pero lo dice, era “Belisa”-
tiene que quedarse en España, lógicamente. Y entonces, Lope escribe este
romance:
De pechos sobre una
torre
que la mar combate y
cerca
mirando las fuertes
naves
que se van a la
Inglaterra
las aguas crece Belisa
llorando lágrimas
tiernas.
Con el Romanticismo y el interés en la leyenda
medieval, el romance cobra nuevo esplendor. El Duque de
Rivas, pese a haber sido Presidente del Gobierno español, incrementó la
belleza y valor del romance, pero quien lo cultiva con especial sonoridad y
brillantez es José Zorrilla. El autor de “Don Juan Tenorio”, introduce la novedad
de entremezclarlo o combinarlo con otras estrofas. Un ejemplo inmortal podría
ser este, tan conocido, de “Corriendo van por la vega”:
Corriendo van por la vega
a las puertas de Granada
hasta cuarenta gomeles
y el capitán que los manda.
a las puertas de Granada
hasta cuarenta gomeles
y el capitán que los manda.
Al entrar en la ciudad,
parando su yegua blanca,
le dijo éste a una mujer
que entre sus brazos estaba:
«Enjuga el llanto, cristiana
no me atormentes así,
que tengo yo, mi sultana,
un nuevo Edén para ti….
no me atormentes así,
que tengo yo, mi sultana,
un nuevo Edén para ti….
O este otro, no menos famoso también
de Zorrilla, aunque, como puede observarse, (y lo
mismo hace en la última estrofa del ejemplo anterior) se separa radicalmente de la rima en asonante, así como de dejar sueltos los versos impares, que también
riman en consonante. Es decir, responde al ritmo y finalidad del
romance, si bien lo hace íntegramente en cuartetas, que, como ya sabemos, son
serventesios de Arte menor:
Dueña de la negra toca,
la del morado monjil,
por un beso de tu boca
diera a Granada Boabdil.
Diera la lanza mejor
del Zenete más bizarro,
y con su fresco verdor
toda una orilla del Darro.
Diera la fiesta de toros
y, si fueran en sus manos,
con la zambra de los moros
el valor de los cristianos…
EL ROMANCILLO
Es un romance
de menos de ochos sílabas, generalmente suele ser de seis, siete
o cinco. Puede servir de ejemplo este de Luis de
Góngora:
Lloraba la niña
y tenía razón
la prolija ausencia
de su ingrato amor.
Dejóla tan niña
que apenas creo yo
que tenía los años
que ha que la dejó.
Llorando la ausencia
del galán traidor
la halla la Luna
y la deja el Sol
añadiendo siempre
pasión a pasión
memoria a memoria
dolor a dolor:
Llorad, corazón,
que tenéis razón.
Siempre he creído que lo que se llama
“poesía moderna”, no existe en lengua
castellana al menos hasta Rubén Darío. O si se prefiere, que la Poesía en lengua
castellana, ha de ser considerada, antes y después de Rubén
Darío. Y, sin perjuicio de aceptar el influjo sobre el poeta nicaragüense de Verlaine, me parece a
mí que ha sido a un poeta hispano-americano a quien cabe la gloria de haber
conducido a la Poesía, en todas las lenguas cultas, hacia la modernidad. Pues bien, en la poesía moderna -aceptando por ella la que se compone a partir de Rubén Darío- el romance histórico español adquiere una
exquisita calidad. Y no sólo en Rubén. También Antonio Machado lo utiliza con sobriedad y sus
romances narrativos están repletos de nitidez y fuerza expresiva. Lo utiliza Juan Ramón Jiménez, elevándolo a la cota lírica más
elevada y, por último, Federico García Lorca
elabora el romance como quien elabora el vino en una bodega, hasta obtener la
más fina destilación de la imagen, el toque mágico del misterio, orlado por la
filigrana de la palabra. Merece la pena recordar el que sigue:
El veinticinco de Junio
le dijeron al Amargo
ya puedes cortar si gustas
las adelfas de tu patio.
Pinta un cruz en la puerta
y pon tu nombre debajo
porque cicutas y ortigas
nacerán en tu costado
y agujas de cal mojada
te morderán los zapatos.
Será de noche en lo oscuro
donde los bueyes del agua
en los montes imantados
beben los juncos soñando.
Pide luces y campanas
aprende a cruzar las manos
porque dentro de dos meses
yacerás amortajado.
El veinticinco de Junio
abrió sus ojos Amargo
y el veinticinco de agosto
se tendió para cerrarlos.
Hombres bajaban la calle
para ver al Emplazado
que fijaba sobre el muro
su soledad sin descanso.
Y la sábana impecable
con duro acento romano
daba equilibrio a la muerte
con las rectas de sus paños.
Federico
García Lorca
LA SEGUIDILLA
La
Seguidilla es una estrofa de carácter totalmente popular, que no obstante han
cultivado poetas importantes. Es una estrofa casi siempre escrita para ser cantada. Consta de cuatro
versos de Arte menor, dos heptasílabos
y dos pentasílabos que, naturalmente, riman en
asonante, el primero
con el tercero y el segundo con el cuarto,
aunque también puedan producirse excepciones a esta regla:
¡Ay río de Sevilla
qué bien pareces
lleno de velas
blancas
y ramos verdes!
Lope de Vega
A veces
a la estrofa de cuatro versos se le añaden (yo no creo que pueda decirse un “estrambote”, dado el carácter de éste,
como ya argumentaré), pero sí algunos versos más, generalmente un terceto
(un terceto de verdad, y no falso), como en el modelo que sigue:
Por el mar Negro un barco
va a Rumanía
por caminos sin agua
va tu agonía.
Verte y no verte
yo, lejos,
navegando
tú por la muerte.
Rafael Alberti
ESTROFAS SIN
RIMA
EL VERSO
LIBRE, LLAMADO “BLANCO”, “SUELTO” o “LIBRE TRADICIONAL”. LA ESTROFA SÁFICA. LA POESÍA LIBRE
Tengo
que confesar un grave defecto personal (entre los muchos que tengo), que no
acabo de superar y que, ciertamente, hasta me avergüenza a mí mismo, porque la
verdad es que no puede ser para tanto. El defecto, que confieso, para poder ser
perdonado, es el de sentir casi verdadera repugnancia, puro asco, cuando leo
por ahí (en Internet abunda esta expresión), que alguien dice escribir o
elaborar “verso blanco”. Hasta he
podido leer no hace mucho “poesía blanca”. Bueno, cuando menos, creo que en este punto
hay que poner un cierto orden, para que como mínimo podamos, si no entendernos,
al menos saber de qué estamos hablando.
Con
propiedad, o en sentido riguroso, el verso blanco es aquel que
no está sujeto a rima, ni consonante ni asonante, pero sí al número de
sílabas y a la acentuación, al acento
rítmico. Estar sujeto al número de sílabas, tampoco quiere decir que los versos sean todos de la misma
medida, porque la estrofa puede ser polimétrica, o no ser algún verso de
la misma medida de la de los demás. También se le llama verso suelto (puesto que al no rimar
con otros versos, no está “atado” a ninguno) y, por último libre tradicional, porque es el que
recoge la tradición métrica desde tiempo ya inmemorial, y no precisamente en la
era “moderna”.
Hasta,
no hace mucho, llegué a leer que una señora estaba ya cansada de escribir “poesía blanca”, lo que colmó mi
indignación. Mujer la solución es bien fácil, escríbala usted rimada, y ya verá
cómo le gusta mucho más, y no se cansa nunca.
Para que
tantos “poetas” y “poetisas” como últimamente proliferan en Internet, puedan
irse enterando de lo que, en realidad, es verso blanco (que por cierto ha sido
muy usado con rigor en la poesía de nuestros días), propongo este modelo, en el
que el primer verso es endecasílabo y todos los demás alejandrinos. Ninguno
rima con otro, en ningún tipo de rima. Ahora, eso sí, todos tienen
su medida y su acento rítmico, siendo muy fácil, y
al mismo tiempo crucial, reparar en cada verso la cesura que lo divide
en sus correspondientes hemistiquios. Esto, y sólo esto, puede ser verso
blanco. Lo demás, es pura basura. Creo yo. Es verdad
que, aún se puede llegar a más, a mayor libertad de forma, pero con esto
seguiré a continuación, para terminar ya. De momento el ejemplo paradigmático
que propongo, en cuanto al verso blanco y cuyo autor no es un cualquiera es
este:
Tardará mucho en
nacer / si es que nace (11 silabas)
un andaluz tan
claro, / tan rico
de aventura. (14 sílabas)
Yo canto su
elegancia / con
palabras que gimen (14 sílabas)
y recuerdo una
brisa / triste por
los olivos. (14 sílabas)
Federico García Lorca
LA ESTROFA
SÁFICA
Es una
estrofa polimétrica, de cuatro versos, que tampoco
riman de modo alguno, pero en la que los tres primeros son endecasílabos
y el cuarto y último pentasílabo. Los versos endecasílabos, se llaman “sáficos”, y el último pentasílabo, “adónico”. Debe su nombre a la célebre
poetisa griega Safo de Lesbos, que según se dice fue su creadora y con ella se
extendió después en la Grecia clásica. En realidad, para que pueda considerarse
verdaderamente una estrofa de este carácter, es preciso que sus versos alcancen
una acentuación especial: Los endecasílabos, o versos sáficos, han de llevar el
acento dominante en las sílabas cuarta y octava, sin que
se requiera ninguna acentuación en el verso adónico. En este sentido puede ser
paradigmática la compuesta por el poeta español, riojano, Esteban Manuel de Villegas, que nació en el año 1589, y escribió esta excelente estrofa sáfica:
Dulce vecíno de la verde selva
Huésped eterno del abríl florido
Vital aliento de la madre Venus
Céfiro blando.
Pero
también, mucho después, casi cuatro siglos más tarde, alguien que sabía
escribir como los ángeles (pese a no existir en aquellos tiempos Internet, para poder ser “poeta”) y que
dominaba la lengua, el griego clásico (que era precisamente la lengua de Safo), tal
vez, como ninguna otra lengua, compuso esta maravillosa estrofa sáfica, con
todos los “sacramentos” presentes en ella:
Bosque de piedras que arrancó la
historia
a las entrañas de la tierra madre,
remanso de quietud, yo te
bendigo,
mi Salamanca.
Del corazón en las honduras guardo
tu alma robusta; cuando yo muera,
guarda, dorada Salamanca mía,
tú mi recuerdo.
Y cuando el sol al acostarse encienda
el oro secular que te recama,
con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
di tú que he sido.
Miguel de Unamuno
LA POESÍA TOTALMENTE LIBRE
Al margen
por completo de todas las estrofas que he venido exponiendo, con o sin rima, puede existir, y de hecho existen, y
no siempre para mal, excelentes ejemplos de poesía totalmente libre. Es decir,
absolutamente desligada de cualquier forma, totalmente libre, tanto de rima como
de ritmo y de métrica. Como ya he dicho la poesía, es también el contenido, no sólo el continente; el fondo y no únicamente la forma. Pero, ¿acaso este tipo de poesía, no es ya, más o menos
exactamente, la prosa poética? Yo
creo que sí. Y que, por tanto, este género, o más bien especie, de Poesía, es
igual escribirla “como
si se tratara de verso” (porque verso no puede ser, ahora que ya he
argumentado lo que me parece necesariamente hay que entender por “verso”) a
escribirla como se escribe un texto en prosa. Me parece que es lo mismo. Y voy
a tratar de demostrarlo. Lo haré con un texto de un gran poeta, un Premio Nobel
de Literatura, Vicente Aleixandre. El texto,
escrito en forma de verso, como él lo
escribió, es el siguiente:
Al poeta
Para ti que conoces
como la piedra canta
y cuya delicada pupila
sabe ya del peso de una montaña sobre
[un ojo dulce
y como el resonante
clamor de los bosques se aduerme suave
[un día en nuestras
venas,
para ti poeta que
sentiste en tu aliento
la embestida brutal de las aves celestes,
la embestida brutal de las aves celestes,
y en cuyas palabras tan
pronto vuelan las poderosas alas de las
[águilas,
oye este libro que a
tus manos envío
con ademán de selva,
pero donde de repente
una gota fresquísima de rocío brilla sobre
[una rosa
o se ve salir el deseo
del mundo
la tristeza que como
párpado doloroso
cierra el poniente y
oculta el sol como una lágrima obscurecida.
Vicente Aleixandre
Y ahora,
vamos a escribir exactamente lo mismo, con insignificantes modificaciones en
los signos de puntuación, como se escribiría un texto en prosa. Ni tan siquiera
estableceré ninguna diferencia de color:
Al poeta
Para ti, que conoces
como la piedra canta y cuya delicada pupila sabe ya del peso de una montaña
sobre un ojo dulce y, como el resonante clamor de los bosques, se aduerme suave
un día en nuestras venas; para ti poeta, que sentiste en tu aliento la
embestida brutal de las aves celestes, y en cuyas palabras tan pronto vuelan las
poderosas alas de las águilas, oye este libro que a tus manos envío con ademán
de selva, pero donde, de repente, una gota fresquísima de rocío brilla sobre una
rosa, o se ve salir el deseo del mundo, la tristeza que como párpado doloroso cierra
el poniente y oculta el sol como una lágrima obscurecida.
Vicente Aleixandre
¿Alguien
puede encontrar alguna diferencia? Desde luego, yo no soy capaz de observarla.
En todo caso, me gusta mucho más de la segunda manera en que está escrito. Mi
afectuoso saludo, amigos.
***
1 comentario:
Buen trabajo el que está haciendo aquí.¿Puedo copiar y pegar en un Word y guardarlo todo? La verdad es que no sé si se puede hacer, aunque me dé permiso, nunca lo hice.
Como le dije, a mí se me olvidan fácilmente las reglas de muchas de las estrofas clásicas y estaría bien tenerlas a mano,no tener que buscarlas en un libro.
Mi cordial saludo.
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