DOS GOTAS DE ROCÍO EN PLENILUNIO
No las pude beber. No fue en
mis labios
en los que, de los tuyos, se
cayeron;
las gotas, no eran mías, ni
lo fueron…
Tan sólo fueron míos los
agravios.
Yo solo los busqué… Entre
astrolabios
de la celeste esfera… Ellos tejieron
delirios y suspiros. No
movieron
en mi mente y mi pecho
desagravios.
Por eso no dejaron de ser
tuyos,
ni florecer más rojos en tu
boca,
de esas rosas tan rojas, sus
capullos.
Más bien, en toda hora,
fueron suyos,
hasta que, al fin, del mar
junto a una roca,
la arena puso fin a mis
murmullos.
Mas, eso no calmó mi vida loca.
Luis Madrigal
Luis Madrigal
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