lunes, 8 de octubre de 2012

SIN YO SABERLO



CAYÓ EL SOL EN EL MAR


Fue el Mar quien recibió aquella caricia,
cayendo de tu cielo el sol luciente
con luz, que eras tú misma, tan ardiente,
que templó mi alma fría y fue delicia

nunca hasta entonces viva. Y la noticia
de un nuevo caminar resplandeciente.
Mas, el sol se ocultó. Su luz poniente
dejó un manto de sombra a mi avaricia.

Del mar huiste…. En tierra calcinada,
velé noches enteras aquel sueño,
sin saber que tu vida, ya cansada,

para nada anhelaba tal ensueño,
del que nunca estuviste enamorada…
Por más que en mí anidara tanto empeño.


Luis Madrigal



 



1 comentario:

Francisca Quintana Vega dijo...

¡Hay... la melancolía! Pero tan hermoso como pocos, este poema tan triste. Mi cordial saludo.