martes, 4 de diciembre de 2012

POR EL EJE DEL MUNDO



HASTA EL LEJANO SUR CELESTE


Te hablo sin oírme,
porque quiero oír lo que tu oyes
y que nada
acerque a ti otro eco.
Nada espero.
Tan sólo hablar sin oír;
ver sin mirate;
oírte sin que me hables,
cuando todo ya alcance
la infinita morada del silencio.
Mas, en la noche
-cuando brilla en el cielo esa estrella que no veo-
he de soñar que no te sueño.
Nada diré.
Nada quiero pueda turbar tu reposo.
Nadie podrá oír nada
con mi ronco acento,
que habita tempestades, contra el viento apacible,
y ya casi ha apagado el frío.
Sólo, un segundo,
quiero pensar que puedo siempre hallarte,
cuando gira la Tierra desde el eje del mundo,
en el lejano Sur celeste.


Luis Madrigal



 

2 comentarios:

María Bote dijo...

Es un poema bellísimo y profundo plagado de excelentes imágenes metafóricas, amigo poeta Luis.

Se me pasó decirte en mi comentario anterior que, efectivamente, el gran poeta del Romanticismo Español, Jose de Espronceda, nació aquí, en mi puieblo, Almendralejo; en el palacio de los Marqueses de Monsalud (hoy sede del Excelentísimo Ayuntamiento) y, aquí fue bautizado en la "Iglesia Parroquial de la Purificación" muy cerca de dicho palacio.

Saludos afectuosos. María

Francisca Quintana Vega dijo...

¡Cuánta nostalgia impregna este poema! Pero es bellísimo...y si su alma está un poquito triste, pues escriba lo que le dicte, siempre le salen cosas muy hermosas y de calidad, eso seguro.
Espero que esté bien de salud. Mi cordial saludo.