SONRISA DEL CIELO
Cuando yo abrí los ojos, tú ya estabas.
Aún ellos, de tu luz nada sabían,
mas pronto de ti se enamoraron.
Eras azul intenso... Te miraba
y tu inmensa pureza sonreía.
Rara vez se velaba tu sonrisa
y, a media tarde, al disiparse el oro,
de plata otro vestido te envolvía.
Intenso fuego ardía en el horizonte
y, en mi alma, la fe de un nuevo día.
El manto de las noches estivales
-salpicado de luces-
a la tierra,
bajo tu henchido pecho sostenía.
Mis párpados cerraba a tus mil ojos
por ver si alguna estrella florecía.
¿Qué fue de ti, qué fue de aquellas noches,
heridas por el llanto de la brisa,
sazonadas de aroma y de canciones?
¡De la noche de trébol y de hogueras
que, en tu seno, con fuego fecundaba
verano, cada fin de primavera...!
Quisiera verte ya, verte encendido,
verte en la orilla, al paso de aquel Río.
En sus aguas tranquilas, tu sonrisa
y la sonrisa que me sonreía.
¡Cielo azul de León... ya no eres mío!
Luis Madrigal
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