VUELVE A MORIR LA PRIMAVERA
Vuelve el Invierno a vomitar los últimos posos de sus sombras, y
vuelve el frío a poseer las calles, en un incestuoso maridaje con la Primavera,
que como pudorosa doncella quiere ocultar sus encantos al decrépito fantasma
invernal. El sol, que escaso tiempo atrás se enseñoreaba y complacía de su
propio calor, se ha visto obligado a que los troncos de leña vuelvan a apilarse
junto al hogar, supliendo su energía. Tras la callejuela que separa el Mercado
de la Gran Avenida, arteria y cañada de hombres y ganados, un perro aúlla
encogido y envolviéndose sobre sí mismo... ¡Murió de nuevo otra Primavera, casi
antes de haber nacido! Todos los años, los humanos anhelos, con sus cuerpos desnudos, contemplan con tristeza el nuevo infanticidio primaveral, quizá hasta el aborto, al que es sometida la eterna Primavera, con sus dulces promesas de luz y de calor y sus amargos frutos de lluvia y frío que, lejos de exaltar a los poetas, recoge sus últimos suspiros mientras, bajo el peso de la lira hecha añicos, arrastran los pies cansados sobre el duro pavimento de la existencia.
Luis Madrigal
A Lavinia Napradean,
que, al otro lado de la barra de la Cafetería,
al verme escribir este breve apunte,
me preguntaba qué escribía,
en recuerdo del más grande poeta rumano de todos los tiempos,
Mihai Eminescu
Madrid, 26 de Abril de 2013
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