V
HÁGASE
TU VOLUNTAD
En el Cielo...
En el Cielo, sí... Allí, Señor,
es fácil.
Tienes a tus santos, y a tus
Ángeles.
Tronos, Dominaciones,
Potestades...
adoran y bendicen tu palabra.
Mas, aquí abajo es duro al
artesano,
al labriego que muere con su
arado
en la tierra reseca sin la
lluvia;
al obrero que no tiene trabajo
o sufrió con pavor aquel
despido;
al patrono que asfixia el
sindicato;
a la viuda sin un grano de
trigo.
Al enfermo que ve escapar la
vida,
al anciano que ya a la vida
escapa;
la prostituta que el amor
comercia,
el drogadicto y el que tiene el
SIDA.
Al elector, al que “el Partido” engaña,
al sacerdote que sufrir no puede
el duro celibato de tu
Iglesia...
¿Te parece poco, Señor? Aún hay
más:
¿Qué me dices del dolor anónimo,
absurdo, yermo, inútil y vacío?
Del sufrimiento de los
inocentes,
del que muere "porque la tenía ahí",
sin razón que lo explique o
justifique.
¿Esa es tu voluntad?... Eso se
dice.
¿Qué sentido, Señor, acaso tiene
el infiernillo, la chispa del
brasero
en la falda de la mesa-camilla?
Aquellos angelitos, que jugaban,
juegan ahora en tu gloria. Eso
es bien cierto.
Pero, ¿y su madre? Tú bien lo
sabes:
Es asistenta y trabaja por
horas...
no pudo estar allí mientras
jugaban.
Señor, que creas solo por tu
gloria,
sin que de nada necesites nada,
pues sujeto de lo útil nunca
eres,
sino tan solo fuente de bondad y
gracia... ¿Por qué de utilidad
separas
a quien utilidad al otro daba
al paso de la vida, mientras
pasa?
El amor, la alegría, la sonrisa,
siegan presto -¿por qué?-
tantas desgracias:
Incendios, terremotos,
explosiones,
huracanes, galernas,
hundimientos
aluviones, sequías y
tragedias...
Se estrellan los aviones, chocan
trenes
y ese martirio de la carretera
que, incesante, semana tras
semana,
con tantos miles de muertos al
año,
el luto y el dolor lleva a las
casas.
¿Esto es tu voluntad?. ¿Eres un
monstruo?
Pero, si Tú, mi Dios, eres
Palabra
origen de la vida... ¿Por qué
así?
Tal vez siempre derecho
escribes -dicen-
con renglones torcidos en el
agua.
Mas, te pido que tu caligrafía
sea legible en forma más
palmaria.
¿Nos quieres en Getsemaní,
contigo,
pues ni una hora fueron a tu
lado?
O aquel cáliz, que Juan y que
Santiago
prometieron beber, ¿quieres
bebamos?
Dílo claro, Señor. Si ellos
pudieron,
también de Él nosotros
beberemos…
Mas, aún bebiendo el cáliz,
¿estaremos
sentados junto a Ti, de
cualquier lado?
Eso no es cosa tuya, que es del
Padre,
pero es al Padre a quien estoy
hablando.
Si así es, Señor... ¡sea así
siempre!
Sean tu voluntad y tu palabra.
Aunque, a poder saber, nunca alcancemos,
en el dolor que a veces
padecemos,
tus designios de amor y de
esperanza.
1 comentario:
Es de humanos, por muy cristianos que seamos,rebelarnos, a veces, interpelar al Altísimo, porque no entendemos muchas cosas.Yo creo que nos pasa a mucha gente. Es que...vivir el bello,todos queremos vivir y hay que dar gracias a Dios por cada día que estamos aquí.. pero suceden demasiadas cosas feas cada instante, verdad? Mi cordial saludo, D.Luís.
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