VIII
NO NOS
DEJES CAER EN LA TENTACION
No nos dejes, Señor,
que en ella perecemos, y del
riesgo
advierte con prudencia tu
Escritura:
Si, temerarios, el peligro
amamos,
en él, sin duda alguna,
perecemos.
Mas, ¿cuál es el peligro, cuál
el riesgo?
Tal vez, aún se dice y con
razón,
que son la carne, el mundo y el demonio,
del alma los mortales enemigos.
Tú, hablaste de la carne y del
espíritu;
el último “está pronto”, la otra “es
débil”.
Pero, Señor, en esto de "la
carne"
(¿no se podría ya decir de otra
manera?)
tengo yo muchas dudas. Pues no
todas
"las carnes" son
iguales, ni ellas todas
colgarse pueden en el mismo
"gancho".
Ninguna de ellas es
especialmente...
menos "carne".
¿No será solo lo del Sexto...?
Extragos hizo eso, en su momento
y sacó tantas cosas de su
quicio...
¿Tan solo carne
es "eso"?
¿Acaso es menos carne “el
dividendo”,
que el banquero idolatra y al
que adora?
¿Cuál es "la ocasión",
para el banquero?;
¿cuál es la
"tentación" del poderoso
que en el poder se mira, con él
sueña
y del poder hace esclavo a quien
lo sufre?
¿Acaso es menos carne el
egoísmo,
que solo para sí las cosas
quiere?
La gula, la avaricia, el
despotismo
de la soberbia, que humilad
humilla.
La vanidad, que inflama alma en
vacío;
la envidia que corroe el alma
misma...
Que siete son los vicios de
"la carne"
y no uno sólo... Amor
concupiscente
no es amor -quizá-
pues desde luego
el amor ha de ser benevolente.
Tú bien sabes de Amor, ya que lo
eres;
lo creas, nos lo das y lo
transciendes,
lo elevas de contrato a
sacramento.
Que, el hombre y la mujer, nos
dice Pablo,
han de ser dos, en uno, y la
simiente
del fruto del amor, de la
esperanza
de renovada fe... Y -según Juan dice-
de luz, en la Luz que vino al mundo.
No me digas que algo tan "transparente",
como la pura luz que el sol
imparte,
es ocasión de yerro y desvarío.
Eso, no es tentación. Es... "monumento"
de tu gloria, de tu gusto, de tu
arte...
Que todo amor, Señor, es
sacramento
y basta para ello, en un
instante,
ser libre, consciente, sin
dislate,
sin instinto de selva y ningún
daño.
No sólo con “palabras de presente”...
Y canonista soy... Mas, sobre el
canon,
está siempre el amor, si es
transparente.
Apártame, Señor, de tentaciones
pero no del amor, si a nadie
hiero,
que en el amor vivo, por él
muero
y por él, y en él, Tú nos
creaste.
A pesar de estar muertos, nos
salvaste
por la Mujer y obra del Espíritu
y, en una cruz, a todos nos
amaste.
Que, Tú eres Dios y yo... tan
sólo un hombre,
y carne soy -no solo soy espíritu-
pero tu propio Espíritu en mi
carne.
¿El mundo?... Ahí está, en la
ventana
de ese televisor, desde el que
miro.
No salgo de mi cueva, y lo que
veo
(¡que cosas veo, Señor, cómo
está el mundo!)
casi siempre me aburre, no me
tienta,
y si me tienta, "cierro la ventana".
Que el mundo no soy yo, yo no
soy mundo,
solo soy "yo" -sin ser-
ya que mañana,
de la vida siguiendo la
corriente,
con el tiempo, y en forma
soberana,
el "yo" que soy, será "Yo" transcendente.
En Ti... estoy yo, Señor. Ahí...
está el mundo.
¡El demonio!...
Curioso personaje...
Si es preciso, escribo con
mayúscula
Satán, Luzbel, "Perico", Belzebú,
Pero Botero o Mefistófeles
(que todos esos nombres son
castizos).
Pero... ¿qué es “el demonio”,
Señor?... ¿No soy
yo mismo, cuando de Ti me aparto
y
me separo?... Mas, si en Ti
permanezco,
el enemigo es nada. Que,
contigo,
en mí no cabe ya ningún demonio.
No quiero que tu Iglesia me
excomulgue,
pues es también la mía, y
obedezco...
Mas... ¡líbrame, Señor, de mi
egoísmo!,
que del "Demonio" librarme...
sé yo mismo.
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