OCHO CUARTETOS DE AMOR DESESPERADO
Veo en los verdes mares arreboles
cuando, al pasar, el sol les da la vida
y no acierto a medir con la medida
que a mí me mides tú, entre dos soles.
Paso la noche en árido delirio
cuando una estrella alumbra el firmamento
y me falta tu voz, tu dulce acento,
aroma de rosal, color de lirio.
Clamo sin ser oído y, a mí mismo,
el eco me responde que es tu canto
el que tan hondo escucho… ¡Y es mi llanto
el que clama a las simas de un abismo!
Pregunto por ti al viento… Nada sabe.
Ni te ha visto llorar tu frío invierno,
ni mi joven pradera -tallo tierno-
ha escuchado tu risa… Ni la nave,
varada en aquel Lago, se hace al viento.
Ni puedo yo reír, cuando la nube
oculta el sol y blanca al cielo sube
para traer la lluvia de tu aliento.
Espero un día y otro y nunca empero
tu nombre luce quieto en mi ventana…
Su brillo, fue de ayer, no de mañana
y siento, dudo, tiemblo y desespero.
Sin preguntar, pregunto y no respondes
y no encuentro camino, ni vereda,
ni campo florecido en la alameda,
ni el seno, quizá triste, en que te escondes.
¿Cuándo podré yo al fin, si no deliro,
ver con mis ojos, verde, una esmeralda;
el rubí de tus labios y, tan gualda,
el oro que te cubre…? En un suspiro…
Luis Madrigal
3 comentarios:
¡Precioso! En verdad es un canto desesperado, pero un hermoso canto desesperado. Mi cordial saludo, como siempre.
Bellísimos cuartetos, amigo poeta; plagados de imágenes metafóricas, de sensibilidad y sentido del ritmo.
Mi aplauso y admiración. María
Una manera de comenzar el verano desde la poesía.
Un abrazo, Luis.
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