EL GRAN TIBURÓN BLANCO
Los tiburones, en general, son esas bestias marinas,
maravillosos nadadores entre dos aguas, y en todas las aguas, especialmente en
las revueltas, que se deslizan por los
oceános tan silenciosamente como para que ningún otro ser viviente pueda
sospechar, ni advertir aún desde muy lejos, sus aviesas intenciones. De entre
todos ellos, especie sumamente peligrosa y desgarradoramente mortífera es el tiburón
blanco. Se le llama también gran tiburón blanco, tanto por su tamaño y peso,
como por el color, pese a que éste sólo es blanco en su parte ventral, mientras
que la dorsal es gris o azulada. Este
patrón, común en muchos animales acuáticos, sirve para confundirse con la luz
solar (en caso de mirarse desde abajo) o con las oscuras aguas marinas (en caso
de hacerlo desde arriba), constituyendo un camuflaje tan simple como efectivo.
Se le llama también, a veces, jaquetón blanco, pero sin duda el nombre que
mejor puede identificarle es el de marrajo.
En 1758 Carlos Linneo dio al tiburón blanco su primer
nombre científico, Squalus carcharias. Andrew Smith, en 1833, le llamó
genéricamente Carcharodo, y en 1873 el nombre genérico fue identificado con el
nombre específico de Linnaeus y el nombre científico actual, Carcharodon
carcharias. Carcharodon viene de las palabras griegas καρχαρίας karcharías, que significa "agudo" o
"dentado", y οδους, odous, que significa "diente".
Los tiburones blancos se caracterizan por su cuerpo
fusiforme y gran robustez, en contraste con las formas aplastadas que suelen
lucir otros tiburones. El morro es cónico, corto y grueso. La boca, muy grande y redondeada, tiene forma de
arco, como suele llamarse también a las porterías de fútbol. Permanece siempre
entreabierta, dejando ver al menos una hilera de dientes de la quijada superior
y una o dos de la inferior, mientras el agua penetra en ella y sale
continuamente por las branquias. Durante el ataque, las fauces se abren hasta
tal punto que la forma de la cabeza se deforma pues la mandíbula se proyecta, y
se cierran luego con una fuerza 300 veces superior a la de una mandíbula humana
(12-24 toneladas).
En este momento, se considera que el tiburón blanco
más grande del mundo, se llama Deep Blue, de unos 50 años, con unos seis metros
de longitud y 2,5 toneladas, que fue visto por vez primera en California y
ahora, últimamente, vive en Hawai, uno de los paisajes submarinos más
fascinantes del mundo. Su fauna marina es muy rica y por ello son muchas las
personas que acuden cada año para contemplarlo. Es el caso de los submarinistas
Mark Mohler y George T. Probst, que junto a la fotógrafa Kimberly Jeffries,
trataban de fotografiar el fondo del mar, cuando se encontraron con la bestia.
Sin embargo, pese a lo observado, los citados submarinistas, en unión de
algunos biólogos marinos, han propuesto que esta peligrosa especie se denomine
científicamente Carchadoron florens, o bien Florentinus cracharias.
Sin
embargo, hacen también notar tales científicos, que afortunadamente parece ser
que esta ambiciosa especie se encuentra ya en extinción, tal vez porque, pese a
su perverso instinto y su cruenta voracidad, lleva ya más de una década sin
poder comer nada. Y, cuando ha mordido con todo el poder de sus macabras fauces
parece ser se le ha indigestado la presa, hasta el punto, no de devolverla al
mar, puesto que estos escualos jamás devuelven nada a nadie, sino más bien
convulsionado todo su enorme cuerpo, y entre los estruendosos gritos de las
olas enfurecidas, algunos dicen que prácticamente está ya muerto. Otros, aún
conservan la vana esperanza de que navegue al pairo, arrastrado por las corrientes
rumbo a alguna playa solitaria y aburrida.
Luis Madrigal
https://youtu.be/lIMokbMWz9o
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