Hoy, 30 de Mayo, es Viernes y la Octava del Corpus. Por ello, celebra la Iglesia Católica este año, pese a encontrarnos en Mayo y no en Junio, la festividad del Sagrado Corazón de Jesús. Celebración antiquísima, mucho antes incluso de que, en 1647, naciese, en la aldea de Lautecour, Diócesis de Autun (Francia) Santa Margarita María de Alacoque -recipiente vivo de sus revelaciones y promesas- sino desde los primeros tiempos del cristianismo, asociada a la llaga del costado de Cristo. Entre nosostros, los occidentales, el corazón se ha tomado siempre como símbolo del amor, pese a que los antiguos egipcios situasen tal sentimiento, y todos los demás, en esa "cloaca" que es el hígado. Todos quienes han leído "Sinué el egipcio", lo saben muy bien, y esto es rigurosamente histórico y cierto, porque para eso su autor, el finlandés Mika Waltari, si bien escribió el libro en tan sólo un año, hubo de emplear diez en investigar rigurosamente los usos y costumbres de aquel mundo -egipcios, babilonios e hititas- en el siglo XX A.C. Pero, entre nosotros, el símbolo del amor es el corazón, aunque, por radicar o estar representados en él todos los sentimientos, también pueda ser sede del odio, la ira, la soberbia, el desprecio o la envidia, que son todo lo contrario. Y Dios, no es ese ojo circunscrito en un triángulo, ni tampoco un viejecito de barba blanca. Dios, es Amor. Única y exclusivamente eso. Por ello su Corazón tiene que ser y es tan grande. Y por eso, todo hombre, aunque se resista a ello, e incluso el más malvado de los hombres, es conducido, arrastrado -en una especie de gravitación universal- hacia el amor a todos los demás hombres, y quizá más aún a los más repulsivos y canallescos, de mente o de espíritu. Y la razón, la única causa de tan extraña e incomprensible ley gravitatoria (incomprensible racionalmente) es la de que Dios ama a todo hombre, por ser únicamente eso, Amor. Dice San Juan, y lo dice precisamente en la liturgia de hoy, que "a Dios nadie lo ha visto". Y por ello, "si alguien dice amar a Dios, a quien no ve, sin amar a su hermano a quien ve, miente". Es un mentiroso vital, comete la peor y más grave de las mentiras. Que Él nos libre a todos, de esa mentira tan escalofriante. Para ello, la única solución posible es la del abandonarse a su Amor. Luis Madrigal.-
Arriba, imágen del Monumento al Sagrado Corazón, en el Cerro de los Ángeles, punto geográfico que marca exactamente el centro de la Península Ibérica.
Arriba, imágen del Monumento al Sagrado Corazón, en el Cerro de los Ángeles, punto geográfico que marca exactamente el centro de la Península Ibérica.
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