A ESAS MANOS
Esas manos que, suaves, acarician
las cuentas de un rosario hecho de flora,
la celestial mansión tocan ya ahora
y, sin dejar la Tierra, el Cielo auspician.
Sólo la luz, la paz -sin más- codician.
Cuando al final la noche se hace aurora
y del Amor su historia se enamora,
esas manos de amor, amor propician.
Bellas manos ayer, hoy de aceituna,
manos con fuerza, impulsos que mecieron,
entre besos y llantos, una cuna.
Deseos e ilusiones que murieron
para que en otros nazca la fortuna,
la dicha... Y la alegría que ellos fueron.
Luis Madrigal
Fotografía:
Alicia María Abatilli
Córdoba (Argentina)
3 comentarios:
No puedo decir nada, mi vieja lee, vuelve a leer y llora agradecida.
Siento una caricia en mi alma, me la enviaste hace instantes.
Te dejo un abrazo, Luis.
Alicia
No tienes que agradecerme nada, Alicia. Lo que se dice con el alma, no puede ser objeto de gratitud. Eso sí, al releerlo, he tenido que rectificar el soneto, en el tercer verso del primer cuarteto. La razón es muy simple: Las manos no pueden ver, eso lo hacen sólo los ojos, pero si pueden tocar, y el Cielo, además de poder verse también puede "tocarse". Otro beso, para ti y para tu querida "vieja". Luis.-
Pues en el mundo occidental "ver y tocar" muchas veces es utilizado por igual, domina siempre la imagen.
Vale la modificación.
Un abrazo.
Alicia
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