martes, 5 de mayo de 2009

LOS SOFISTAS


Sabía que existía y tenía gran interés en hacerme con ella, pero no había tenido ocasión nunca de poder hacerlo. Al fin, por pura casualidad, la he visto en uno de esos kioskos en los que se vende el periódico "Marca" y la revista pornográfica "Interviú", entre otras obras científicas, propias de aficionados al futbol y "amas de casa" de bajo nivel de instrucción. Está visto que nunca se debe despreciar nada, porque, en cualquier lugar, hasta en un estercolero, a veces, puede florecer una orquídea. También había oído decir que Bertrand Russell, más que un filósofo propiamente dicho había sido un matemático y que, esta "Historia de la Filosofía", en realidad, le fue encargada por haber cobrado ya un cierto nombre y, sobre todo, que él aceptó el encargo para poder comer caliente. Más o menos. También había oído decir, que no era un libro especialmente interesante sino, más bien, muy corriente, y hasta malo, desde el punto de vista rigurosamente filosófico. Para salir de dudas, no dudé yo, a mi vez, en comprarlo, dado el precio relativamente módico y asequible y, desde luego de mucha mejor relación coste-calidad que la revista "Interwiu" o el diario "Marca". Y lo estoy leyendo. Como yo leo bastante despacio, por no haber sido capaz de asimilar ninguno de los métodos de "lectura rápida" -que, sin duda, debieron ser diseñados para políticos, periodistas o "ejecutivos" de grandes firmas comerciales- no he pasado aún de la página 119, de las 892 de que consta la obra. Y, justamente en esta misma página, muy al comienzo del Capítulo X, dedicado a Protágoras, "figura más importante y cabeza de los sofistas", según literalmente dice Russell, me encuentro con algo que me ha parecido muy jugoso y que no me resisto a reproducir a continuación .

En la citada página, Russell afronta la tarea de describir muy gráficamente cómo Platón, en su afán de ridiculizar a los sofistas, caricaturizándolos y envileciéndolos, elige uno de los más ligeros pasajes entre dos de ellos, Dionisodoro y Eutidemo, que se proponen desconcertar a un simple, llamado Clesipo. Y el pasaje, literalmente reproducido de Russell, es este. Comienza el diálogo Dionisodoro:

"-¿Dices que tienes un perro?
"-Sí, uno corriente -
dijo Clesipo.
"-¿Tiene cachorros?
"-Sí, y todos como él.
"-¿Y el perro es su padre?
"-Sí
-dijo-; desde luego vi encontrarse a él y a la madre de los cachorros.
"-¿Y no te pertenece?
"-Ciertamente.
"-Entonces él es padre y tuyo; por lo tanto: es tu padre y los perritos son tus hermanos."


¿Curioso -y muy graciso- verdad? Más seriamente, Russell, interesado por la lógica, nos ofrece la conclusión final del diálogo, en traducción de Cornford: "El arte de contradecir, procedente de una especie falsa de remedo vanidoso de la educación que se ocupa en hacer semblanzas, se derivó de la confección de imágenes, distinguidas como una porción, no divina sino humana, de producción, que presenta un juego de sombras de palabras; así es la sangre y estirpe que puede, con absoluta certeza, ser asignada al sofista auténtico."

¡Cuánto he podido agradecer yo esta aclaración, procedente de fuente tan autorizada. ¡Ahora comprendo, por fin...! Por fin entiendo en qué consiste esto de la "política" de última hora y dónde encuentran su explicación y verdadero apoyo los reiterados mensajes a la opinión pública, sin el menor sonrojo, que lanza, como si lanzase "pedradas" a la lógica, un personaje con cara, más que presunta de idiota y hechos, consumados y probados, propios de un imbécil total, empeñado en "explicar" a los españoles que, si tienen un perro -sea callejero o con "pedigrí"- y éste ha tenido cachorros, el perro es su padre y los perritos sus hermanos. Desde luego, los españoles no pueden ser tan tontos, aunque lo parezcan, al insistir en su interés de escuchar tales explicaciones. Pero, mucho cuidado, porque, a este paso, todos juntos, el perro, los cachorros y los que escuchan semejantes explicaciones, como si oyeran llover -y por desgracia, yo también, sin comerlo ni beberlo- terminaremos muriéndonos de hambre. Luis Madrigal.-

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