Este provisional fracaso en mi intento de encontrar un reproductor de sonido mp3, tanto para poder acompañar de evocadora música cualquiera de mis posibles entradas en este Blog, como incluso (soy tan inconsciente que me atrevo a todo) hasta para declamar mis poemas, no es que me haya irritado, colmando de ira mi tiempo, porque de la ira ya he aprendido a librarme. Tan sólo hay que cerrar los ojos y pensar. Al momento, llega la calma. Lo que si me ha dejado ese pequeño fracaso es tristeza, como casi todas las cosas. Quiero decir, como casi todos mis fracasos, que no son ni han sido pocos. Y, entonces, cuando por cualquier cosa, por la más insignificante, me encuentro triste, acudo a mi herramienta y medicina más infalible. Escribo un Soneto. Y, mientras veía caer la lluvia, esta tarde en Madrid, donde no nos deja ni por un momento, mientras divisaba oscuros los árboles del Parque y únicamente un ligero resplandor se atrevía temeroso a romper la penumbra de mi ventana, he escrito este, el que responde al título de esta misma entrada:
OTRA VEZ LA LLUVIA
Caía otra vez la lluvia fina
y, tras claros cristales, no mojaba;
tan sólo luz plomiza penetraba
el penumbroso azul de una cortina.
Ni un pájaro de fuego en la colina
vivía la gris tarde, ni volaba,
y, en su ausente silencio, me anunciaba
mil tardes más sin una golondrina.
¡Qué lejanos los días en que el sueño
me hizo creer que alguien conmigo estaba
y que, entre sol y luz, yo era su dueño.
Un día gris, de invierno madrileño,
venía a desmentir lo que soñaba,
aunque lejos luciese un sol de ensueño.
Luis Madrigal
(Sin música alguna. No tengo reproductor y estoy muy triste.)
Eso, era antes de que mi amigo MAN descubriese un maravilloso reproductor mp3 SZ. Este:
"C", Mercedes, MAN, vais a escuchar el Nocturno, OP. 9, Nº 2 de Chopin,
con la mágica interpretación de Arthur Rubistein
Caía otra vez la lluvia fina
y, tras claros cristales, no mojaba;
tan sólo luz plomiza penetraba
el penumbroso azul de una cortina.
Ni un pájaro de fuego en la colina
vivía la gris tarde, ni volaba,
y, en su ausente silencio, me anunciaba
mil tardes más sin una golondrina.
¡Qué lejanos los días en que el sueño
me hizo creer que alguien conmigo estaba
y que, entre sol y luz, yo era su dueño.
Un día gris, de invierno madrileño,
venía a desmentir lo que soñaba,
aunque lejos luciese un sol de ensueño.
Luis Madrigal
(Sin música alguna. No tengo reproductor y estoy muy triste.)
Eso, era antes de que mi amigo MAN descubriese un maravilloso reproductor mp3 SZ. Este:
"C", Mercedes, MAN, vais a escuchar el Nocturno, OP. 9, Nº 2 de Chopin,
con la mágica interpretación de Arthur Rubistein
7 comentarios:
Pero... ¡que precioso! Mira, muchos sonetos sin música quiero. Creo que es lo más bonito que he leído últimamente. ¡¡M A R A V I L L O S O!!!.
Cuando le pongas música, vólveré.
Muchas gracias por compartir esta joya.
Precioso, era de esperar. No se puede pedir menos de un gran poeta.
Saludos cordiales,
Hasta pronto.
Tranquilo Luis, tus poemas tienen su propia música.
Un saludo.
Si falta la música, no importa. Lo que importa es que no nos falten tus pomas de cada día.
Un abrazo, profesor.
Coincido con Man!! De todas maneras no quería decir que sigas usando GOEAR, sino que no vale la pena enojarse.En realidad en la vida en si de poco vale,pero en informática menos.Creo que funciona bastante el lema de los mas jóvenes que nosotros "tómalo o déjalo".
Besote
Clau
Gracias, amigos del alma. Vuestros elogios, que acepto con verdadera hummildad, me estimulan y me hacen creer más en quiénes persiguen y aman la belleza. Un fuerte abrazo a todos. Luis.-
Claudia: Tienes toda la razón, no sólo un poco de ella, en cuanto a lo que de nada vale enojarse. Al contrario, como también me has dicho, tan sólo sirve para hacerse daño a uno mismo. ¿Qué puedo decirte de eso yo a ti? Sin embargo, en cuanto a ese lema de los que hoy son jóvenes, no tengo la menor duda. En eso soy, absolutamente radical: Yo, no puedo "tomarlo", en modo alguno. Yo, "lo dejo" por completo. Es más, si puedo, lo destruyo, lo arranco de raíz... pero no puedo. La presencia del mal en el mundo (de todo mal, también de este pésimo mal gusto y de tantos y tantos atentados contra la belleza y la armonía) es una realidad. Pero, si no luchamos contra ella, como tú has luchado y sigues luchando; si la toleramos sin rechistar, sin al menos decir "no", nos convertimos en agentes del mal. Por el contrario, cuando luchamos contra ella, contra esa terrible realidad, aunque sea tan sólo de un modo mínimamente testimonial, encarnamos el más sublime ideal humano. Ya no "ladramos", sino que caminamos; ya no nos revolcamos por el fango, sino que volamos hacia el sol; ya no emitimos un gruñido o un rebuzno, sino que entonamos bellas melodías. Un beso, Claudia.
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