domingo, 6 de junio de 2010

ENTRE MIL RUIDOS



SÓLO A MÍ ME OIGO

A nadie busco y nadie va conmigo;
si huyo del ruido, en mí solo me encuentro...
Camino en un desierto, pero dentro
está el Oasis verde que persigo.

A veces, con furor, grito y maldigo
lo que de fuera llega al mismo centro,
sin advertir que sólo lo de adentro
puede matar aquello que bendigo.

Ya el pensar terminó, ya sólo siento,
y sólo mi sentir se torna en vida.
Ya no grito, ni corro. El paso, lento

para antes llegar  -casi enseguida-
al pecho que se muere y que, sangriento,
espera entre temblores mi venida.



Luis Madrigal




5 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Un poema muy profundo y bello, como siempre. Me deja triste, pero a la vez pensando.

Saludos cordiales,

Mercedes Pinto dijo...

Los mejores momentos de la vida posiblemente son aquellos en los que no pensamos, sólo sentimos. Somos lo que sentimos. Hermosa manera de hilar letras.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

El dolor nos enriquece.Si no fuera por lo que hemos sufrido,¿qué habría en nuestra vida digno de ser recordado?.Un cariñoso abrazo.

Marga Fuentes dijo...

Me quedo sintiendo lo profundo de este poema.
Gracias, querido Luis. Qué bien escribes. Te admiro siempre.
Un beso y un abrazo,

El Gaucho Santillán dijo...

La vida se compone de momentos. Solo es eso.

Poderoso soneto, Luis.

Un abrazo.