EN TORNO A UN LIBRO CRUCIAL
La Festividad que mañana, bien pudiéramos decir esta misma noche -la mágica Noche de Reyes- tan llena de ilusiones infantiles, celebra la Iglesia católica, puede ser una excelente ocasión para tratar el tema del que vamos a ocuparnos. En efecto, en lo que respecta a “los Reyes Magos”, ni se sabe si eran magos, ni si eran tres, o más bien diez o doce, ni si eran o no reyes. Todo esto forma parte de la tradición, por no decir abiertamente del mito. Y esto, en unión de mil cosas más, y mucho más vitales, nos permite hablar de “fundamentalismo”. Tanto la expresión como el concepto, son relativamente modernos. En general, suele denominarse “fundamentalismo” a las distintas corrientes de pensamiento y, en algunos casos de acción, tanto religiosas como políticas, especialmente, de carácter fanático o extremista, que pretenden ser las únicas verdaderas en su propio orden, o en todo caso excluyentes de todas las demás. El fenómeno, suele también, al menos en castellano y en España, denominarse, en el ya indicado sentido amplio, “integrismo”. Pero, en sentido más restringido o estricto, se entiende por “fundamentalismo” la orientación de cualesquiera concepciones religiosas según las cuales ha de darse una interpretación literal a los libros o textos sagrados, como el Corán, la Torá o la Biblia. A estas tres dimensiones, o esferas, corresponderían respectivamente los conceptos de fundamentalismo islámico, judaico y bíblico, es decir, cristiano.
Ya sé que, al referirse al fundamentalismo, en los últimos tiempos, casi todo el que lee o escucha tal expresión, piensa en el islámico, sobre todo cuando se trata de poner bombas o de provocar sangrientos atentados en nombre de Allãh, el dios del Islam, el que parece ser predican los ayatolas e imanes en las mezquitas, llamando a la yihad. Pero no es este el único fundamentalismo. Además de él y del judaico, el del sionismo irredento y también expansionista, existe también por desgracia un fundamentalismo cristiano -¿y por qué no habría de existir?- si bien, en los últimos tiempos y no precisamente en el de las Cruzadas, también hay que decirlo, de ningún género cruento ni expansionista. Y es de este último, no de los demás, del que nosotros, los cristianos, hemos de huir apresuradamente, precisamente en nombre de Cristo, aunque también de la verdad que, desde un corazón libre y sosegado, debe buscar todo hombre.
Afortunadamente, ha sido y es dentro y desde nuestras propias filas, las del cristianismo -desde luego desde el teológica y bíblicamente más liberal y avanzado- donde ha sonado la alarma en torno a este peligro, verdadera peste contagiosa de todo ser cristiano, en aras de una pretendida ortodoxia y “fidelidad inquebrantable” hacia la doctrina oficial. Porque, a lo que hay que ser fielmente inquebrantable es a la Palabra y espíritu de Dios, que son los conceptos básicos sobre los que gira la Biblia en cuanto sagrada Escritura. Un gran y viejo amigo -viejo, por el tiempo transcurrido, no por la edad ni el espíritu que le anima- y también mi Consiliario en los tiempos en los que milité bajo la bandera de la Juventud de Acción Católica Española, el M.I.Sr. Don Felipe Fernández Ramos, Canónigo Lectoral de la Catedral de León, Profesor Dr. de Sagrada Escritura Emérito, en la Pontificia Universidad de Salamanca, ha puesto los puntos sobre las ies, en un magnífico libro, cuya portada sirve de ilustración a esta entrada de hoy, en este humilde Blog. En él (“Fundamentalismo bíblico”, Desclée Brouwer, Bilbao 2008) se aborda una de las claves más importantes para la lectura inteligente de la Biblia. Esa clave crucial, e ineludible, es la de eliminar de raíz lo que él ha llamado “la herejía del literalismo”. Esta nueva herejía, consiste en hacer decir a la Biblia, lo que ésta no puede afirmar, al ser tomada al pie de la letra, porque la letra ha de ser ajustada a los diversos géneros literarios del lenguaje humano. Entre ellos, hay que distinguir entre el género literario histórico, el poético, el alegórico, el simbólico, la leyenda, el mito, el relato milagroso, el género dramático o la historia popular. Y no de las palabras, estrictamente, puede tomarse la verdad.
Pero, además de este aspecto literal y literario, existe otra clave aún más importante, la estrictamente conceptual. Hay que descifrar lo que significa, a título de mero ejemplo, el aspecto de un Dios antropomórfico, que parece actuar como lo hacen los hombres (casi como si fuese “un viejo de barba blanca”) y con sus mismos sentimientos. Y, a su lado, infinidad de narraciones puramente simbólicas, como los siete días de la creación; la salida de Egipto y el paso del Mar Rojo (que, muy posiblemente, además, en cuanto hecho histórico, no fue del Mar Rojo, sino del Delta del Nilo, ni tampoco en época de Ramsés II, sino de Merneptah); las plagas, las incesantes guerras y otras muchas narraciones, que tan sólo han de ser consideradas desde un punto de vista alegórico.
Nada de esto, puede ser considerado “progresista”, o “heterodoxo”, a la vista del transcendental documento de la Iglesia, titulado “La Interpretación de la Biblia en la Iglesia”, con sólida base en el Vaticano II, y en el que el Dr. Fernández Ramos se apoya constantemente, además de hacerlo en el trabajo de destacados exégetas. Libro siempre importante este, y más aún en los tiempos que corren, en los que se hace preciso superar una cosmología arcaica expresada en la Biblia, otorgando a la Biblia lo que tan sólo ella puede decir, pero cediendo la palabra a la Ciencia, para que ésta diga lo que asimismo tan sólo puede ser misión y objeto de la Ciencia. Aplicando la teoría a la Festividad de hoy, de esta misma Noche, lo de menos es este bello cuento de los Reyes, su número o su condición de magos. Lo esencial, y lo que ha de prevalecer en nuestra conciencia, es que, tras nacer como un Hombre, igual a todos los demás, y darse noticia de ello por parte de los Ángeles a unos pastores de Belén, hoy Dios se manifiesta por si mismo a toda la Humanidad. Esto, es lo esencial. Lo demás puede ser un simple cuento. Luis Madrigal.-
En la imagen superior, el M.I.Sr., Prof. Dr. Don Felipe Fernández Ramos
No hay comentarios:
Publicar un comentario