lunes, 6 de agosto de 2012

TRES SONETOS A UN DESAMOR QUE FUE (II)

II

VINISTE A MÍ MUY TARDE


Ya no me piensas nunca, aunque lo digas,
como en un juego azul a media tarde
que nunca halló tu pecho, ni ya arde
en el mío, apagado y entre ortigas.

Quisiera yo que tu camino sigas
sin volver la mirada, sin alarde
de tu época dorada, que retarde
la que, en tan tierno brote, tú desligas.

Viniste a mí tan tarde y por sorpresa
que no pude mirar lo que veía,
ciegos mis ojos en la selva espesa.

Y quise averiguar lo que sería
si, con el alba, el sabor a fresa,
de tus labios buscar ayer podría.


Luis Madrigal

1 comentario:

Francisca Quintana Vega dijo...

Puede que el precio de muchos grandes poemas, sea el dolor, la melancolía...pero,algunos de esos poemas han conseguido lo que sus autores no hubieran podido conseguir sin ellos...la inmortalidad.
Sus sonetos, señor Madrigal, son maravillosos. Su prosa es muy buena, pero a mí, particularmente, me gustan más sus sonetos. Tal vez porque los entiendo mejor.
Creo que sus sonetos tienen la calidad suficiente como para que permanezcan en el tiempo. ¡Animo! no deje de escribirlos.La felicidad está en aprender a ser feliz con lo que Dios puso a nuestro alrededor.
Mi cordial saludo.