I
NI UNA GOTA
DE LLUVIA
Aún
hiere el sol y se secó la fuente,
mostrando
de la tierra la agrietada
mueca de
dura sed… Desamparada,
nada ya
fluye azul bajo aquel puente.
El
fantasma de ayer vuelve al presente
y hace
rugir la cara calcinada
de la
vega -del verde enamorada-
que abrasó
el sol en lo alto, tan ardiente.
Abro mis
brazos, los elevo al cielo
buscando
la caricia de un suspiro
de
lluvia, que devuelva vida al suelo.
Ni una
gota, ni mil, ni en leve giro,
alcanzo
a ver un palmo, como anhelo,
de suave
gris teñido lo que miro.
II
NO SUEÑES MÁS
No
sueñes más. Deja dormir el sueño
que, si
es sueño, siempre estará dormido;
que no
despierte nunca, si el latido
al
despertar no puede tener dueño.
No
insistas más, deja ese vano empeño
que te
hiere y siempre deja herido;
acerca
la razón a tu gemido
y
quédate dormido como un leño.
Al
despertar, verás que el sueño es ido,
que ya
no está, y puede que no vuelva…
Y, si
vuelve otra vez, será prendido
entre
cañas y lanzas, que en la selva
levanta
el paso al sueño más querido
para
que, en sangre y barro, el llanto envuelva.
III
A LA LUZ DE
LA LUNA
NO PUEDO
VIVIR DE NADA
No puede el sentimiento cobrar vida
si la vida no se hace sentimiento;
ni es posible que el grito o el lamento
rasguen el aire antes de la herida.
Ni una llegada antes que una partida,
ni una torre espigada sin cimiento,
ni hoja que murió tendida al viento,
ni el llanto sin el alma dolorida.
Nada fue, y sólo es nada lo que tengo.
Y, sin nada tener, soy un suspiro
perdido en la distancia. Un voy que vengo
de la nada que soy, y a la que miro
mientras el tiempo corre y se hace luengo.
Y, sin sueño, ni luz, sólo deliro.
No puede el sentimiento cobrar vida
si la vida no se hace sentimiento;
ni es posible que el grito o el lamento
rasguen el aire antes de la herida.
Ni una llegada antes que una partida,
ni una torre espigada sin cimiento,
ni hoja que murió tendida al viento,
ni el llanto sin el alma dolorida.
Nada fue, y sólo es nada lo que tengo.
Y, sin nada tener, soy un suspiro
perdido en la distancia. Un voy que vengo
de la nada que soy, y a la que miro
mientras el tiempo corre y se hace luengo.
Y, sin sueño, ni luz, sólo deliro.
Luis
Madrigal
Madrid, 19 de
Septiembre de 2012
3 comentarios:
Preciosos, amigo poeta. Un gozo leerte.
Saludos afectuosos. María
Hacía mucho tiempo que no leía unos sonetos tan bellos....y no digo sólo perfectos, porque me estaría refiriendo sólo a la técnica.
Los tres me han gustado, pero el segundo y tercero los he leído dos veces.Magistrales.Logran expresar cosas complicadas ...aparentemente con gran facilidad, como si acudieran solas a la pluma, ya que las palabras son las justas, ni vulgares ni rebuscadas, sino las justas.
Si tuviera que elegir, me quedaría con el primero.
Sus sonetos clásicos no tienen igual por estos lares. Espero que podamos seguir disfrutando de ellos por mucho tiempo.
Mi cordial saludo.
Perdón...si tuviera que elegir, me quedaría con el segundo.
Publicar un comentario