HE DE MORIR COMO UN PINO
Bajo tu recio y gigantesco tronco,
que mil años recuerda, aunque sin nombre,
mi sangre bajará hasta tus raíces
y, en mis venas, se hará verde tu sangre.
El zumo de la verde clorofila
tendrá gotas de mí. Y en tu resina
la sangre de mis venas será savia.
En mi alma, tu recia fortaleza
pondrá, en viejo temblor, nuevo coraje.
Tú, brotarás de mí mil primaveras
y yo, contigo -en dignidad iguales-
moriré de pie, como morís los árboles.
A aquel árbol gigante, que tanta sombra me dio
Las Navas del Marqués (Ávila, España)
Agosto de 1995
Luis Madrigal
1 comentario:
Sabes cómo lamento la muerte de un árbol.
Pero a veces ellos también se rinden.
Un abrazo, Luis.
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