SE FUE DE MÍ LA NIEVE
Aquellos blancos copos
que caían
del cielo añil,
brillando sobre el muro
cubierto de cemento gris
y duro,
que a mi alma de niño
sonreían.
Pensaba yo que siempre a
mí vendrían
con su blando caer, de
blanco puro,
sin advertir que ayer
fue mi futuro
y no vuelan ya el aire
que veían.
Tampoco al que me
encierra y me cobija,
León fuera de mí y yo
tan lejos.
Tan sólo me bastara una
rendija
para mirar atrás y,
entre reflejos,
verlos blancos brillar,
sin que me aflija
enronquecer gritando
tiempos viejos.
Luis
Madrigal
1 comentario:
Qué locura, pensar que aquí sufrimos la fatiga de estos días insufribles, temperaturas imposibles, y vos allí, con nieve y extrañándola.
Abrazos, Luis.
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