¿TAMBIÉN SE PIENSA CON SONIDOS Y
GESTOS?
Hace ya casi dos años, concretamente
el Lunes, 17 de Junio de 2013, publicaba yo mismo en este Blog el artículo -no me atrevo a llamarlo “ensayo”, aunque
quizá podría- que titulé “SE PIENSA CON
PALABRAS”. Y a él me remito en todo, con las correcciones que procedan, por
descontado. Este texto, también fue publicado, no recuerdo si antes o después,
en la revista literaria argentina FLAI,
y produjo el comentario de la escritora uruguaya Doña Olga Lucía Florio, sordomuda
de nacimiento, cosa que yo ignoraba entonces. Esta señora, me comunicaba en
aquella fecha, literalmente, lo siguiente:
“Muchas gracias por el aporte. Es muy difícil
pensar en otro idioma. Yo estudié varios años de inglés y francés pero pienso
en español. Y ahora estudio lengua de señas uruguayas, que es otro idioma
aunque piensen lo contrario. Me dijeron que hay que tratar de pensar en señas y
no en palabras, ya que las personas que nunca oyeron en su vida sólo piensan en
gestos. Una persona nacida sorda, en América o España, puede hablar lengua de
señas y no conocer el español si no fue a la escuela. Agrego que todos los
países tienen diferente lengua de señas, por lo que un uruguayo no puede hablar
con un español, o sea que no se entienden.”
Desde entonces, vengo yo tratando de
aclarar mis ideas -o más bien mi falta
de ellas- al respecto. Porque, me pareció
entonces y me parece ahora muy interesante considerar que la palabra (en el más
amplio sentido), por medio de la cual habitualmente se expresa el pensamiento
en la mayoría de los casos, no sólo es lexema y sintagma, sino también fonema,
y sonido. Estas dos últimas cosas se
encuentran muy relacionadas pero son distintas. Y en lo que no había reparado nunca es en que pudiera
también expresarse el pensamiento por medio de gestos, pese a haberlo
comprobado muchas veces. Es decir, que el pensamiento, no sólo es palabra,
escrita o hablada, sino también tacto, movimiento y fono. Y según parece, o al
menos según entendía mi amable comunicante, la señora Florio, un sordomudo
tiene que pensar en gestos y señas, porque no puede pensar en otra cosa. No
puede si no fue alfabetizado en la escuela, naturalmente, por que la palabra
escrita puede estar perfectamente a su alcance, tanto como al de cualquier persona.
Lo importante, pues, es pensar, con
independencia del instrumento utilizable para expresar el pensamiento, de modo
tal que pueda establecerse una comunicación entre quien se expresa y el que
recibe el contenido de lo expresado. No podría yo decir, ni me atrevo a ello,
cual de esos instrumentos de expresión de lo que se piensa pueda ser más
perfecto, completo, rico en matices, capaz de abordar las ideas más profundas;
para poder transmitir, por ejemplo, en todos sus incisos, la “Filosofía de la Historia ”, de Hegel,
el “Discurso del Método”, de
Descartes o la “República”, de Platón.
¿Y el pensamiento científico positivo, a través de la Matemática ? O la Poesía. La construcción y
transmisión de un poema. No me atrevo, ni me permito decir nada al respecto, pero
pienso para mí que la palabra, o el número, el signo matemático, constituyen
instrumentos de expresión insuperables.
Pero lo esencialmente capital es la
cuestión que yo planteaba hace dos años, acerca de “con qué” se piensa; es decir, no sólo del instrumento de
manifestación o exteriorización de lo que se piensa, sino del propio contenido
de lo pensado, cuanto más complejo sea. En esta orientación, pues, (dejando al
margen las causas psico-neurológicas -pese
a que esto sea mucho dejar- y al margen
también de la escritura, en cuanto sistema de representación gráfica por medio
de signos trazados en un soporte), en la instrumentación o creación del
pensamiento, más que en su modo de expresión, habrían de ser considerados, no
sólo los aspectos léxicos, el lexema y la unidad mínima del mismo, raíz de la
palabra -el momema- sino también los fónico-fonológicos de la
lengua humana, de cualquiera de ellas, puesto que, según es sabido, tanto los
semiólogos como los lingüistas consideran probado que la escritura es posterior
al habla. Desde luego esto último resultaría ocioso hacerlo precisamente en el
caso de los sordomudos de nacimiento. Y en cuanto a los gestos y señas, ya
sabemos y hemos comprobado que puede manifestarse
el pensamiento, al menos el más elemental, mediante ellos, pero ¿se puede o se
podría pensar mediante gestos y señas,
de un modo reflejo? Me parece que tampoco esto es posible.
Sin embargo, no se termina la cuestión
con ello. No se termina porque ni tan siquiera comienza. Me parece continúa siendo
un misterio el por qué el ser humano emitió aquel sonido, o si se quiere aquel
simple ruido: “rgu”. Porque lo que fue sucediendo después es un mero
proceso de perfección del lenguaje, del habla, hasta alcanzar la escritura.
Pero, ¿y el pensar, el pensamiento? Ninguno de los aspectos a los que me
refería, en torno a los cuales se construye el lenguaje, el idioma, el modo de
hablar, tengo la impresión tengan nada que ver con la facultad de pensar en sí
misma considerada. Es más, me parece que, al revés, tanto el habla como la
escritura son un producto, un fruto del pensamiento. El primero de ellos, si se
quiere. Ciertamente, los fonemas son unidades teóricas. Desde el punto de vista
estructural pertenecen a la lengua, mientras que el sonido pertenece al habla.
Los fonemas no son sonidos con entidad física
-se encuentran al margen de la acústica-
sino abstracciones mentales o formales de los que comporta el habla. Por
otra parte, el fonema tampoco es el fono,
porque este último es cualquiera de las posibles realizaciones acústicas de
aquél, de tal modo que mientras la
Fonología es una rama de la lingüística cuyo objeto de
estudio son los fonemas, la
Fonética tiene por objeto el estudio de los sonidos. Pero
todo ello, todo, ha sido sucesivamente una conquista del pensamiento y éste, el
pensar y el hacerlo de un modo crítico y, en consecuencia analítico, es la
característica esencialmente propia y privativa del ser humano. Y de su
misterio.
Luis Madrigal
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