EN UN JARDÍN MUERTO
Entre el verdoso liquen de la piedra
un breve ser sinuoso deambulaba
buscando -¿qué podría ser?- tal vez, la vida
que el débil sol, opaco, le enviaba.
El frío invierno hiela los cristales
de aquella casa rota en mil pedazos
y la hiedra, aterida, blanca, besa el suelo
esperando alzarse verde a una ventana.
Hercúleos pinos muertos, ayer vivos,
extienden lejos su lánguida mirada...
Brillante fue su copa, pasadas primaveras,
y tenaces, duras, tensas -sus raíces-
en fúnebre cortejo hoy se arrastran
bajo la tierra fría en que descansan...
Los rosales de ayer, también murieron
y ya, nunca más, podrán alas doradas
ningún Julio volar entre las rosas,
sorteando, gráciles, puñales
de aceradas espinas, crueles y pardas.
Eso, fue ayer... Hoy, es Invierno.
La sangre yace fría en los zarzales,
sobre muñones de árboles que, un día,
tejieron tupido seto al alba.
También -casi- fue ayer y casi todo
presagia ese futuro que hoy no es nada.
Luis Madrigal
Madrid, 25 de Enero de 2017
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